CONOCIENDO A PERE
¡Hola me llamo Pere! Soy un niño de 7 años. Resido en Collbató, es un pueblo muy bonito que está a pie de la montaña de Montserrat, en la provincia de Barcelona.
Vivo en una casa grande y hermosa, con dos jardines. El de la entrada es donde se queda Cronos mi perro, cuando me voy al colegio. El jardín de detrás de la casa, es donde está la piscina y un pequeño huerto que cuida María, mi miñona.
Mi habitación es la más guapa, está arriba en la buhardilla. Mi cama es chulísima tiene forma de cohete, porque me gustan mucho las pelis del espacio y mi mamá me la regaló el año pasado para mi cumpleaños.
Mis papás están divorciados.
Papá vive en Nueva York, es un alto ejecutivo de una empresa grande y dice que trabaja allí porque tiene más posibilidades de futuro, aunque no sé qué significa eso exactamente.
Sólo lo veo dos veces al año, en Navidad que viene dos días y me trae muchos regalos y en julio que yo voy a Estados Unidos con su otra familia. Tengo una hermanita de 1 año, bueno es medio-hermana, porque es hija de mi papá y Elizabeth que es su nueva mujer.
Mi mamá ya es mayor, tiene unos 40 años. Me dice que es una alta ejecutiva muy importante de una empresa grande de Barcelona, por lo que trabaja muchas horas y no puede cuidar de mí, por eso tenemos a María que es mi miñona.
MI MIÑONA
Mi miñona es guapa, regordeta, no tan alta como mi mamá y algo más mayor que ella. Está con nosotros desde siempre, o al menos desde que yo me acuerdo. Habla bien el castellano, aunque con un acento raro. Cuida de la casa y de mí ¡Lo paso muy bien con ella!
María me despierta todos los días temprano y a pesar de que yo refunfuño porque no me quiero levantar, ella tiene paciencia y me va espabilando poco a poco, incluso algún día me canta alguna canción de su país mientras me visto con el uniforme limpio y recién planchado.
Desayunamos en la cocina sentados a la mesa, siempre me dice que el desayuno es muy importante, así que me apetezca o no, tengo que comer cereales, fruta y leche. Y para que no me embelese mientras almuerzo, me va diciendo de tanto en tanto ¡espabila que vamos a llegar tarde! Me lleva al cole con su coche azul, bueno, era el viejo de mamá que se lo cambió por otro nuevo hace unos meses.
A la tarde me recoge del colegio, excepto dos días que me voy con Pili y su mamá, pues estudia no sé qué en la universidad y no llega a tiempo a buscarme.
Cuando llegamos a casa da gusto entrar, todo está limpio y ordenado, como ella dice con su acento mejicano “cada cosa en su sitio”. Mientras que prepara la merienda (hoy toca bocata de manteca de cacao ¡uh que rico!) Yo subo mi mochila a mi habitación y me lavo las manos.
Luego hacemos juntos los deberes, al parecer en su ciudad natal fue maestra de escuela. Además ¡todo lo sabe! Hasta las preguntas más difíciles. Después jugamos, cada día se inventa un entretenimiento diferente, ayer me enseñó hacer una trenza con su pelo negro, largo y brillante.
Mientras me prepara la cena veo la tele, aunque a veces intento cocinar con ella, pero creo que no le gusta demasiado que toque sus cacharros porque dice que ensucio más que hago. Siempre comemos de todo y sano, pero a veces me hace unos rollitos que son típicos de su país y aunque no me gustan demasiado, me los como por no disgustarla. Luego me ducho solo y antes de meterme en la cama, repasamos el día, damos gracias por todos los Dones recibidos, me lee un cuento y me desea buenas noches.
CRONOS
Como soy hijo único, mi papa me regalo a Cronos cuando cumplí los 5 años, él tenía 6 meses, pero ya era más alto que yo, pues dice mi miñona que para ser un Pastor Alemán es más alto que los de su especie.
Siempre tiene ganas de jugar y en el jardín de casa los dos corremos tras la pelota, nos revolcamos por el césped y me subo en su lomo como si fuera un poni. Dice María, que está hecho de buena pasta y tiene mucha paciencia conmigo pues aguanta todas las perrerías que le hago. Su pelo es negro y marrón, tiene una orejilla doblada que le da un toque simpático, pero cuando oye algún ruido del que nosotros todavía no nos hemos percatado, se pone de pie de un salto, pone las dos orejas tiesas, sus ojillos negros atentos y despiertos.
Cuándo salimos de paseo con él, María no me deja que yo lo lleve con la correa, pues dice que a pesar de que es muy manso, cuando ve a un gato “pierde el oremus” y en alguna ocasión ha salido tras él y hemos tenido que ir a buscarlo a la otra punta de la urbanización.
Al darle la comida, se lanza a engullirla como si no hubiese almorzado en la vida, por lo que mi papa me enseñó a mantener una disciplina con él. Así que antes de que coma, le pongo el plato en el suelo y le digo “sit” se sienta y no le doy la orden de “come” hasta que se calma un poco. Pues dice mi papá, que así se acostumbra a obedecerme y a saber que “el macho alfa” soy yo, aunque la verdad, no sé muy bien lo que significa eso de “macho alfa” pero suena bien.
LA SIESTA
Estamos en agosto del 2020. Hace mucho calor y si no fuera por la piscina, Cronos y yo nos aburriríamos y nos achicharraríamos.
Mi mamá se empeña en que duerma la siesta, le digo que no tengo sueño, pero ella no me entiende.
Así que, Cronos y yo subimos a mi habitación, nos estiramos en mi cama-cohete y nos vamos de viaje a lo largo y ancho del Universo. Ya hemos hecho varias incursiones por el Espacio, unas han sido sólo de observación, otras hemos visitado algún planeta, aunque tengo que decir que ninguno es tan bonito como la Tierra.
ENCONTRÁNDOME CON ÁNGEL
Hoy hemos iniciado nuestro viaje al Cosmos a las 15:07 horas y, después de dar muchas vueltas y perdernos, aterrizamos en un “Planeta-Raro”.
Bajamos de la nave y nos dirigimos a una especie de playa de arena blanca y agua verde-azulada.
Vimos a un Ser, que venía hacia nosotros con andares pausados pero decididos, pensé que nos pasaría de largo, pero no, entonces Cronos empezó a husmearle y a mover la cola como si le fuera familiar, cuando llegó donde yo estaba se paró, lo miré de arriba abajo y entre extrañeza y admiración, exclamé
—¡Si eres brillante! —la verdad es que no sabría cómo describirlo, pues no había visto a nadie igual. Era alto, parecía como si su cuerpo se desdibujara emitiendo una luz blanca, mejor dicho, nacarada y cuándo se movía desprendía unos reflejos iridiscentes.
—¿Hablas mi idioma? —le pregunté.
—Si —me dijo con una voz clara y suave.
—¡Entiendes mi idioma! —me sorprendí gratamente.
—¡Hola, me llamo Pere! Vivo en Collbató (y aquí añadí, Barcelona, la Tierra) y voy al colegio Miguel de Cervantes —me presenté como mamá siempre me había enseñado y le di la mano.
—Ya lo sé —comentó Ángel sonriendo.
—¿Cómo lo sabes, si acabo de conocerte? —le pregunté extrañado.
—Bueno, en cierto modo siempre he estado contigo.
—¿Siempre? —pensé que me estaba tomando el pelo— Pues yo nunca te había visto.
—Sí, siempre y si quieres desde ahora podemos ser amigos de forma oficial. Por cierto, me llamo Ángel.
—¡Ah! —me lo quedé mirando y me acordé de lo que decía mi miñona “despacio, ve despacio, no tomes decisiones precipitadas”.
—Sí, ve despacio, hazle caso a María.
—¿Cómo sabes lo que estoy pensando? —me había quedado patidifuso al ver que me estaba leyendo el pensamiento.
—Dame las manos —dijo Ángel con parsimonia.
Sin mediar palabra me cogió las manos y entendí que él era un amigo especial que, si decidía ser su colega, aprendería muchas cosas que ni mi maestra ni mi miñona me podrían enseñar.
—¡Ah! —dije como si lo hubiera entendido.
Me lo quedé mirando y vi la bondad a través de sus ojos azules, sentí la alegría sin poder explicar cómo, percibí una calidez y sosiego que nunca había experimentado.
—Bueno ¿qué decides?
—¡Sí, quiero ser tu amigo!
LA MERIENDA
A esto, que oí la voz de María.
—¡Pere, que son las cinco!
Cronos saltó de la cama-cohete, pues sabía que tocaba la merienda y que algunos granos de pienso le caerían.
—¡Un día te va a pillar tu madre con Cronos en la cama y te va castigar! Sabes que no le gusta que suba —dijo María, señalándome con el dedo.
—¡Pere! Que se va a derretir el helado —gritó mamá desde abajo.