CUENTOS

 

     Cuando era pequeña en las tardes frías de invierno, solíamos poner la radio para escuchar la narración de un cuento y toda la familia en silencio, prestábamos atención para no perder ni una palabra de la historia.

Hoy se ha perdido esta buena costumbre, pero os puedo asegurar que cuando oía los enredos de la trama, mi fantasía volaba, me imaginaba todo lo que el narrador contaba y aunque se acabara la historieta, yo fantaseaba con los personajes y creaba versiones paralelas.

En los veranos de Toledo, se solían alcanzar temperaturas de 45º C a la sombra. Y mi madre con buen criterio nos persuadía para dormir la siesta, claro que yo nunca tenía sueño, por lo que “me trasladaba a mi mundo imaginario” donde la cama se convertía en un cohete espacial y viajaba a lo largo y ancho de la Galaxia, viviendo historias fantásticas y divertidas.

Pues bien, ahora es Pere quien contará periódicamente sus aventuras  por capítulos. 

 

                           Marina.